viernes, 23 de febrero de 2018

FORO CON ALGUNOS ASPIRANTES AL CONGRESO

Por estos días es interesante escuchar a quienes aspiran a ocupar una curul en el congreso de la república en cualquiera de sus cámaras, o hacen campaña para un cargo de elección popular.


Estos espacios la mayoría de las veces no deja de ser algo de trámite, pues como siempre los candidatos se mantienen en lugares comunes, que les dan comodidad y les permiten discurrir entre lo popular y lo políticamente correcto. aunque algunos traten de ocultar su desconocimiento en muchos de los temas que se les consulta y otros dejen entrever su ignorancia.



En el auditorio nadie se moja y todos tan amigos, incluso desde la falsa camaradería. Luego en las contiendas por las urnas, ya en la arena o en las plazas veremos cómo  sacan sus garras moviendo estrategias y maquinarias, alimentando sus campañas desde competencia la desleal, las acusaciones reciprocas y otras cuantas artimañas, propias del populismo y la demagogia. Aunque no hay que generalizar, ni todos los políticos son como señalan los imaginarios sociales identitarios.


  
Sin embargo, en esta ocasión, para el foro en mención lo que me impacto más no fueron los insípidos discursos políticos de los invitados, aunque aplaudo el compromiso por apoyar el sector de la economía solidaria.  Sino que fue, el poder ver en la práctica como a través de los cambios que ha traído el gobierno con el proceso de paz, se legalizo y legitimo un nuevo escenario, donde los actores del conflicto histórico se encuentran bajo otras condiciones, ahora la de la lid democrática.



En este sentido llamo mi atención, lo que ocurrió en pasillos, a la entrada del auditorio, donde los jóvenes estudiantes se agrupaban al redor de uno de los invitados a la mesa quien venía en representación del nuevo partido político que se ha conformado en el país. Situación que me hace pensar en la realidad de la "Nueva Colombia" en donde el trabajo de la reconciliación será una tarea difícil y ardua. Pues aún existen dolorosas heridas que no sanan, las cuales han dejado cicatrices imborrables en quienes las han sufrido y los que han estado a su lado.

No entrare en los pormenores de los hechos, pues primo el respeto y la tolerancia, además estábamos en un espacio académico. Pero es de reflexionar como en los encuentros de víctimas y victimarios, siempre se genera en el público una gran expectativa sobre lo que se van a decir. He asistido a algunos de estos eventos con paramilitares, guerrilleros y asociaciones de víctimas, entre otros y esa es la dinámica.

Pero cuando el encuentro es casual, no responde a las mismas dinámicas a las que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación o las actividades de las instituciones, ya sea para mostrarnos las ondas diferencias, o que quieran hacernos pensar que el perdón es algo que se puede conseguir de inmediato, para vendernos la idea del éxito del proceso que se llevó acabo.

Sin embargo, en estos encuentros casuales, en los que se entrelazan diferentes circunstancias para quienes se cruzan en el camino, se reviven situaciones atroces, pruebas de supervivencia, la zozobra, la ausencia, la incertidumbre, la muerte y el duelo, los cuales no se podrán olvidar, a los muertos siempre se les recordara y ellos a sus verdugos perseguirán.

Son momentos de dolor, más aún cuando quienes cometieron actos atroces, solo dicen que ya pedimos perdón, o que ellos sabrán que habrán hecho.

La realidad del país ha cambiado –ahora tenemos un nobel de paz- y tendremos que aceptar las nuevas condiciones, pero nunca olvidar. También se debe reconocer que, desde el propio Estado, los gobiernos y la sociedad, somos corresponsable de lo que ha sido, de lo que es y de lo que será el futuro de nuestra nación, donde la verdad y la justicia tampoco pueden seguir siendo víctimas.  



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