Retomando el trabajo sobre el centro de la ciudad hoy me encontrado con otro de los personajes típicos que vale la pena rescatar, El Fotógrafo de la plaza.
Siempre han estado presentes, antes con “la foto aguita”, luego utilizaron la mítica Polaroid, casi siempre a las cámaras le ponían lentes de 35 mm, hoy muchos siguen con sus viejos equipos al hombro. Pero otros han entrado en la era digital, con nuevas cámaras y con impresoras. Son testigos y sobrevivientes de la historia, de los cambios de la sociedad. Sus fotos son pruebas y testimonio de este y de otros tiempos.
No importa por donde valla, seguro que al caminar por el centro, ya sea pasando por el medio de la plaza de Caicedo, San francisco, la Gobernación o el CAM, se encontrara con alguno de estos fotógrafos, sin pedírselo ellos se le acercaran listo con sus cámaras al cuello, encuadrando y congelando para la historia momentos importantes.
Son testigo de amores, de aventuras, y de reconciliaciones, también de cumpleaños y grados, de una tarde cualquiera, de una salida de domingo, de una visita a la iglesia, o de un día en la ciudad. Imágenes que tendrá un valioso recuerdo y un destacado lugar en álbum familiar.